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segunda-feira, 22 de agosto de 2016

«Dios me dijo: "Pon el esfuerzo y nos encontraremos"»: y en su boda se levantó de la silla de ruedas

ReL  22 agosto 2016

Jaquie y Andy: el final feliz de una historia en
la que Dios estuvo muy presente.
El caso de Jaquie Goncher ha ocupado numerosos titulares y reportajes en los medios de comunicación norteamericanos en los últimos días, y las fotografías de su boda se han hecho casi virales.

Porque en fecha tan señalada se obró, si no un milagro, sí la coronación de ocho años de esfuerzos en los que Jaquie puso su oración y su confianza en Dios para levantarse de la silla de ruedas a la que parecía unida para siempre.

Un pronóstico fallido
Cuando tenía 17 años quedó paralizada del cuello para abajo tras sufrir un accidente al lanzarse a la piscina en casa de un amigo. Tuvo tres lesiones cervicales, fracturándose las vértebras C1 y C2 (las más cercanas a la base del cráneo) y quedando destrozada la C5 (en mitad del cuello). "Tras la operación, el cirujano le dijo a mi madre que nunca volvería a andar", cuenta la joven.

Pero un mes después es mismo cirujano quedó "completamente soprendido" cuando Jaquie pudo retorcer la punta del pie. Seis meses después podía mantenerse en pie, aunque andar seguía pareciendo imposible porque además padecía un problema de hipotensión.

Comenzó una larga lucha por conseguirlo, con muchas horas de gimnasio: "Volvía frustrada, porque intentaba hacerlo por mí misma y seguía fracasando". Jaquie estaba decidida a desvincularse de la silla de ruedas, y más cuando su novio, Andy, le propuso matrimonio.

Objetivo: bailar en la boda
Los dos siguientes años, Jaquie puso todo de sí, pero no era fácil: "En el instituto era muy deportista, así que volver a intentar hacer las cosas que hacía entonces era emocionalmente muy duro para mí".

Pero estaba decidida, y echó mano de su fe y de su confianza en Dios: "No quería desperdiciar el milagro que Dios me había otorgado y conformarme con la habilidad que había conseguido en el manejo de la silla. Quería que nuestras fotos de boda significasen simbólicamente el final de un camino".

Así que en medio de los esfuerzos y dolores de la bicicleta estática (confiesa que en algún momento llegó a gritar), mantenía su oración: "Recé y Dios me dijo: 'Tú pon el esfuerzo y en él nos encontraremos'. Así que seguí pedaleando".

En el gimnasio se convirtió en modelo para muchas personas, que apreciaban su sufrimiento y su perseverancia y se lo decían, y le hacía sentirse bien consigo misma en su objetivo de poder bailar el día de su boda.

Y lo consiguió. Primero, unos pocos pasos, luego cada vez un poco más. "Cuanto más me entregaba a Dios y a mi recuperación, más sabía que lo conseguiría. Ni siquiera sé si me paré a pensar que tal vez podría no ser capaz de hacerlo. No puedes volver a casarte otra vez. Es algo que se hace una sola vez".

Cuatro horas y media de fiesta
Cuando llegó el día del enlace, llegó también la gran sorpresa para los invitados, incluidos algunos muy cercanos, pues sólo su novio Andy sabía cuáles eran sus intenciones. La fiesta duró cuatro horas y media y Jaquie bailó todo lo que quiso.

A la izquierda puede verse, felizmente apartada por unas horas, la silla de ruedas.
"Me sorprendió poder aguantar tanto", afirma: "Era demasiado feliz para apreciar si fue difícil o no. Todo lo que puedo recordar es que fue el gran momento de mi vida. ¡Todo el mundo lloraba!". Incluidos los dos fotógrafos: "¡Hacíamos las fotos con lágrimas en los ojos!", reconocen  Halie y Alec.


 
Jaquie agradece a su marido que confiara en ella y siga apoyándola mientras su recuperación continúa: "Me amó por lo que yo era desde el principio y creyó en mí y en mis objetivos, y siempre supe que, pasara lo que pasara, estaría a mi lado. No puedo pedir más".



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