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terça-feira, 26 de abril de 2016

Una descarga de 20.000 voltios casi le mata: su curación asombra tanto como lo que vio entonces

La visión de Alejandro Peluso sobre Dios y la muerte

El milagro de Alejandro: no sentía el dolor, vio una luz, un brillo, una cosa hermosa...
ReL  23 abril 2016

Cuando tenía 27 años el argentino Alejandro Peluso recibió y sobrevivió a una descarga de veinte mil voltios que le provocó severas quemaduras y daños irreversibles con algunos huesos calcinados mientras realizaba su trabajo limpiando llaves de alta tensión. Tan crítico era su estado que los médicos no tenían ninguna esperanza de que Alejandro pudiera recuperarse.

Sin embargo, su recuperación ha sido tan asombrosa que los médicos y su familia hablan hoy de milagro. Alejandro asegura "haber visto la luz" cuando ocurrió la tragedia, y ha tenido un efecto en su fe y en la de la gente que le rodea.

Veinte años después de lo ocurrido Alejandro y su esposa Andrea se reencontraron a comienzos del mes de abril con el doctor Gallardo (quien trató a Alejandro hasta su recuperación) en el plató del programa David y Goliat de TN Televisión (Argentina), para dar un testimonio que recoge el digital Portaluz.

Un diagnóstico fatal
Estaba gravísimo con quemaduras eléctricas severísimas. Tenía absolutamente destruidos los brazos, el tronco, las piernas y luego el cuadro tóxico que presentaba por las quemaduras profundas. La quemadura eléctrica, a veces en el aspecto externo no parece que está quemado, pero la electricidad quema desde el hueso donde levanta temperatura hacia fuera y literalmente hierve los músculos por dentro. Nuestro diagnóstico era que no tenía esperanzas de sobrevivir o eran ínfimas.”

Así evaluaba el doctor Jorge Luis Gallardo, la condición de Alejandro Peluso cuando lo recibió el 18 de noviembre de 1994 en su clínica de Buenos Aires (Argentina).

Jorge Luis Gallardo, médico que atendió a Alejandro
A pocos metros de la tragedia
Peluso cuenta que por indicación de los “ingenieros” junto a otros trabajadores que él supervisaba ese día 18 de noviembre de 1994, se dirigió a limpiar (con paño y alcohol) las celdas y llaves de alta tensión… veinte mil voltios de electricidad que alimentaban con ochocientos las vías, a pocos pasos de la estación ferroviaria Moreno, en Buenos Aires capital.

Suponiendo que habían dejado sin energía el lugar que le habían indicado limpiar, Alejandro no temió, dice, aproximarse al sector de las celdas de alta tensión.

Estaba a poco más de un metro de ellas cuando ocurrió la tragedia, viéndose literalmente absorbido por la electricidad de alta tensión, que formó su arco fatal antes de siquiera haber tocado las celdas. Su brazo derecho, sin poderlo controlar se extendía, succionado por la fuerza de veinte mil voltios que entraban en el cuerpo de Alejandro.

Alejandro Peluso y Jorge Luis Gallardo en David y Goliat
En esos instantes eternos en que era atrapado, Peluso tuvo una mínima fracción de tiempo para razonar lo que ocurría.

Ya estaba, me entregaba, era la muerte. Lo primero que dije fue: ya está, llévame, DiositoEs una cosa que te absorbe, la corriente entra por el hueso y te empieza a quemar de adentro para afuera. En ese momento vi una luz y sentí paz. Yo me vi a través de esa luz y en ese momento no sentía nada de mi cuerpo, me estaba yendo, no sé como explicarlo, uno se entrega a eso, es el paso. Yo siempre digo que los que estamos para sufrir somos los que quedamos, no los que se van. No sentía el dolor, vi esa luz ese brillo, una cosa hermosa”.

¿Por qué Dios no se lo llevó?
Pero tras unos instantes que no puede medir Peluso recuerda haber vuelto a sentir su cuerpo en el que la quemadura seguía trabajando, destruyendo, por dentro…

“¡Es terrible el dolor que sientes! Yo cuestionaba a Dios, por qué no me había llevado si yo había estado en ese momento tan bien. Hasta que un día hicieron entrar a mi hija y me dijo ´papá´. Ahí entendí por qué yo tenía que seguir”.

Alejandro tiene la fuerza de la fe, corrobora el doctor Jorge Luis Gallardo al recordar que durante un año y medio su paciente estuvo entrando y saliendo casi a diario del quirófano tanto para limpiezas quirúrgicas como para practicarle cirugías que hace veinte años al menos, no estaban descritas, señala, como posibles.


 
Alejandro tiene algunas cosas que me hacen mirar hacia arriba y decir: sí, Dios hace milagros. Porque Alejandro no tuvo tampoco complicaciones a nivel neurológico, a nivel ocular pese al tremendo golpe eléctrico de veinte mil voltios".

"La fuerza que Alejandro puso tiene también un entorno, pues uno desde lo puramente médico piensa: Hay cosas que yo no hice, hay cosas que yo no puedo explicar, hay cosas que sobrepasan lo que Alejandro es. ¡Verlo hoy caminando en sus dos piernas y pegándome un abrazo de oso! No tengo explicación, no tengo dudas que acá hay algo más que no hicimos nosotros”.

Puedes ver el video del programa David y Goliat de TN televisión, que recoge el testimonio en la web de la televisión argentina.


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