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domingo, 9 de agosto de 2015

En medio de la guerra y la persecución del Estado Islámico, el iraquí Savim ingresa en el seminario

Quiere ser sacerdote para confortar y ayudar a los cristianos


Camino Católico / ReL
  4 agosto 2015

De aire dulce y sosegado, Savim, de 22 años, es el benjamín de los siete seminaristas iraquíes siríacos del seminario de Ankawa, el suburbio cristiano de la capital del Kurdistán iraquí, Erbil. Con su primer año de filosofía acabado, Savim sigue convencido de convertirse en sacerdote siriaco católico, a pesar de que muchos le tratan de “loco” y de las persecuciones que ha sufrido su comunidad, expulsada de la llanura de Nínive por los yihadistas del Estado Islámico.

El sueño del seminario
Entrar al seminario era su sueño desde hacía mucho tiempo. Aunque sus problemas familiares acapararon su atención durante un tiempo, Savim nunca dejó de pensar en su vocación. En 2008 fue obligado a salir de Mosul con su familia, amenazado a causa de su fe. Tenía 15 años. “Hubo un intento de atentado con bomba en nuestra iglesia”, recuerda, “entonces decidí quedarme a dormir por la noche en la iglesia para protegerla”.

Pero las amenazas contra el joven y su familia se intensificaron en la segunda ciudad del país y él mismo, su madre, sus tres hermanas y su hermano pequeño fueron obligados a huir a la cristiana Qaraqosh.

Un diploma de electricista
Con su diploma profesional de electricista en el bolsillo, el joven empezó a trabajar en una empresa situada cerca de Erbil. Cuando Qaraqosh se vació de sus habitantes por primera vez, la noche del 12 al 13 de junio de 2014, Savim no temió la ofensiva yihadista y se marchó al seminario para ofrecer su ayuda.

Los habitantes volvieron y la vida retomó su curso, hasta la noche del 7 de agosto de 2014. Por segunda vez, la mayor ciudad cristiana iraquí fue abandonada por sus habitantes. Y no han vuelto y hoy se concentran en campos de refugiados diseminados por el Kurdistán iraquí.

Savim y los seminaristas no huyeron inmediatamente, pero al día siguiente fueron obligados a salir de su ciudad y a caminar durante horas y pasar los puestos de control para alcanzar Erbil.

Una vocación anterior a la presencia del Estado Islámico
Desde el curso 2012-2013, el joven iraquí había pedido al arzobispo siriaco católico de Mosul y Qaraqosh, monseñor Petros Mouche, la autorización para entrar al seminario. El prelado se opuso a su entrada inmediata y le recomendó estudiar en la universidad de Mosul. Savim obedeció y volvió entonces a la gran ciudad sunita, que finalmente tuvo que abandonar también porque la situación era demasiado peligrosa.

Tras la caída definitiva de Qaraqosh, monseñor Mouche accedió finalmente al querer del joven cristiano. Desde su entrada en septiembre de 2014, Savim empezó sus estudios en el seminario de Ankawa: acaba de finalizar su primer año de filosofía y le queda uno antes de los dos años de teología y los tres de pastoral.


 
Paralelamente, prepara a niños de catequesis para la Primera Comunión, organiza actividades de tipo espiritual y social con otros seminaristas caldeos y siriacos, y organiza actividades con niños desplazados, como voleibol, coral…

“Ayudar a la gente”
“Ayudar a la gente. La gente necesita que se le escuche, necesitan esperanza”, es lo que le gusta hacer y lo que lo ha llevado querer ser sacerdote. “Están contentos cuando ven un joven que sin estar totalmente desprovisto de dinero escoge ser sacerdote en Irak antes que irse del país”.

No todos lo aprueban, empezando por su madre, que se opone a esta vocación. “Yo era el hombre de la casa desde que mi padre se fue”, explica el seminarista. A los que le dicen que está “loco”, él prefiere no responderles “para no darles poder sobre mí mismo”.

¿Qué le ayuda a mantenerse? “La oración es lo primero en la vida". Su obispo decidirá si permanece en Irak o no, pero Savim está convencido de que puede ser feliz en su país.


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