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domingo, 28 de junho de 2015

Camboya empieza el proceso para canonizar 35 mártires del comunismo, muertos en los campos asesinos

Un obispo camboyano de 40 años, laicos, misioneros...

Algunos de los mártires de Camboya de los años 70... había misioneros franceses, vietnamitas, laicos, sacerdotes...

ReL 27 junio 2015

El Papa Francisco ha puesto en marcha el proceso que puede llevar al reconocimiento canónico que 35 mártires católicos en Camboya, asesinados por su fe por el régimen comunista de Pol Pot y los Jemeres Rojos.

Serían los primeros beatos nativos de este país del Sureste Asiático, donde sólo hay unos 20.000 católicos, aunque en la época anterior a los Jemeres había quizá más de cien mil, en su mayoría extranjeros llegados de Vietnam o de Europa. Camboya ni siquiera tiene diócesis propiamente dichas, sino sólo un vicariato apostólico y dos prefecturas apostólicas.

Gustavo Adrián Benítez, sacerdote argentino del PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras) y director de Obras Misionales Pontificias en Laos y Camboya, ha difundido a través de AsiaNews algunos datos sobre los mártires en estudio, cuyo proceso diocesano se ha iniciado este mes de junio.

Los mártires fueron asesinados entre 1970 y 1977 y, como correspondía a la demografía católica del país en esa época, entre ellos había camboyanos, vietnamitas y franceses.

Olivier Schmitthaeusler, que con 44 años es el vicario apostólico de Phnom Phen, señala que el proceso de reconocimiento de los mártires empezó con el impulso dado por San Juan Pablo II en el Jubileo del año 2000 al recordar muchas matanzas de cristianos del siglo XX.

Obispo Schhmar Salas: murióa los 40 años en los campos
asesinos

Ese año ya se realizó un memorial dedicado a los mártires de Camboya inaugurado en Taing Kauk, donde vivieron diversos cristianos de Phnom Pehn, Battambang y Kompong Thom durante los años del régimen comunista. Allí estuvo deportado el primer obispo nativo de la historia de Camboya, Chhmar Salas, junto a sus padres y familiares, hasta encontrar la muerte por hambre y enfermedades en 1977 como tantos camboyanos en régimen de esclavitud bajo el nuevo liderazgo comunista.

El obispo Salas era muy joven: tenía 40 años cuando lo mataron, y sólo llevaba 13 años de vida sacerdotal.

En esta cabaña estuvo deportado el obispo
Chhmar Salas y otros sacerdotes... hoy es una
capilla de oración


Entre los otros 34 mártires hay laicos, catequistas, misioneros extranjeros, sobre todo franceses, y sacerdotes locales. Algunos fueron asesinados directamente, otros mediante el hambre y el trabajo agotador de los campos comunistas camboyanos popularizados por la película de Roland Joffe The Killing Fields (Los gritos del silencio, en español).



Parte final de un documental del History Channel sobre el régimen comunista de los Jemeres en Camboya, en el que supervivientes explicando los tratos en las prisiones

En la VI Jornada de la Juventud asiática, que se desarrolló en Corea del Sur, entre las personas que hablaron delante del Papa estaba también una joven muchacha camboyana que vive en Seúl. Como deseo final, cuenta el misionero del Pime, la joven le pidió al Papa Francisco el “tener mártires camboyanos, porque hay por todas las partes del mundo, pero no en nuestra Iglesia”.

“El Papa- explica el padre Benítez- prometió a la joven que cuando volviera a Roma hablaría con el cardenal Amato y le indicaría los pasos a seguir”. Después de un mes llegó una carta del Vaticano a las autoridades camboyanas pidiendo “abrir esta causa con el apoyo de la Iglesia universal”. Para nosotros, afirma el misionero argentino en Camboya, “fue una sorpresa”, pero también un signo de cómo “el Papa Francisco se tomó en serio la cuestión”.

“Debemos estar orgullosos- continúa el p. Benítez- para una Iglesia todavía pequeñísima y con número de fieles que está entre los 15 y 20 mil en todo el país. Continúa creciendo día tras día. Y también esta apertura del proceso de beatificación es un paso importante”.


De los mártires, señala que “si no hay libros escritos sobre ellos, hay personas que los han conocido en vida y han testimoniado directamente y contaron verbalmente para dar inicio al proceso de beatificación”. 

Su historia “sirve también para recordar el pasado reciente del país, el drama de los Jemeres Rojos y las masacres que han perpetrado en una nación que hoy prefiere olvidar más que estudiar, entender y profundizar”.


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