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sábado, 31 de janeiro de 2015

Una joven calvinista veía el Rosario «raro» y «aburrido», pero lo rezó... y terminó de convertirse

Comprendió que «demasiada» María acerca a Cristo

Un rosario en las manos de Francisco, quien, como todos los Papas, es un gran apóstol de esta devoción.
Actualizado 10 enero 2015


Laura McAllister es una joven de Sidney (Australia), licenciada en Historia Medieval y pronto también en Teología, que alimenta un muy leído blog de "caprichos" católicos: Catholic Cravings, una buena colección de artículos en línea apologética de alguien que, nacida católica, se pasó al calvinismo evangélico de obediencia anglicana y, por razones que ella misma explica, logró hacer la reversión para volver a la Iglesia a lo largo de un proceso de reflexión que duró un año.

Dos caminos que llevan a Roma

En ese proceso jugaron un papel importante el rezo del Rosario y el hecho de ser la Santísima Virgen el mejor camino para conocer a Jesús. En ese sentido, el testimonio de Laura es claro: "Ella me enseñó a rezar por ella para aprender a amar a su Hijo como ella Le ama".

McAllister había iniciado su proceso de conversión con dos reflexiones muy comunes entre quienes abandonan el protestantismo: por un lado, la evidencia de que la Reforma introduce una ruptura en la continuidad de fe de la Iglesia; y por otro, la exigencia de una autoridad que interprete las Sagradas Escrituras para qué éstas puedan tener un sentido real y universal.

Laura McAlister practica
una apologética alegre y
desenfadada, pero muy
profunda en los argumentos.

En el santuario nacional de Knock (Irlanda)
Durante los meses en los que daba vueltas a estos temas, Laura hizo un viaje a Irlanda durante el cual sintió "una abrumadora necesidad de rezar el rosario".

Se preguntaba el porqué de esa necesidad: "¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué iba yo a rezar una oración repetitiva a base de un conjunto de cuentas? ¿Tal vez  me sentía nostálgica en la vieja madre patria católica? ¿O  simplemente quería tener ocupadas las manos? En verdad, creo que era porque necesitaba rezar. Pero no rezar, sin más, sino sentarme a rezar sin la carga de estar constantemente encontrando nuevas palabras para expresar pensamientos que mi cabeza apenas podía manejar".

Así que la joven se vio a sí misma no sólo necesitando oración, sino, como ella misma dice "necesitando cuentas", necesitando un rosario: "Así que le dije a Dios que si quería que tuviese un rosario, tendría que dármelo".

Y al día siguiente... el grupo en el que viajaba tenía programada una visita a la localidad de Knock, donde se encuentra el mayor santuario mariano de Irlanda, visitado cada año por millones de personas, tantas que tiene su propio aeropuerto.
 
El santuario de Knock, enclave mariano por
excelencia en la católica Irlanda.


Es raro, es aburrido, aleja de Cristo...
Allí, como es natural, no le fue nada difícil hacerse con el anhelado tesoro. Se le plantearon entonces algunas objeciones típicamente protestantes, que sin embargo responde: "Con sus diez avemarías, el rosario parecía demasiado enfocado en María, y también algo aburrido. En realidad, con cada conjunto de diez cuentas (o misterios), meditas sobre momentos de la vida de Cristo, desde Su concepción hasta su Crucifixión y Resurrección".

"La idea es dejar que María te lleve de la mano, y que ella te muestre a su Hijo", prosigue Laura: "Ningún ser humano conoció a Jesús más íntimamente que Su madre, quien estuvo con Él desde el nacimiento hasta la Cruz. Más tarde, cuando le dije a una amiga lo que me había sorprendido es que cada vez que rezaba el rosario estaba pensando en Jesús, ella me dijo extrañada: ´Claro, Laura, de eso se trata´. Y así es".

La joven prosigue relatando las dudas que la asaltaban, como calvinista que aún era, ante algo tan "raro" ("y nunca insistiré lo bastante: era raro") para un protestante como rezarle a la Virgen: "Antes y después de cada mínima oración a María, le pedía a Dios que si estaba haciendo algo erróneo, o pecaminoso, o simplemente inútil, que me detuviera. Esperaba que se apagasen luces de golpe, manifestaciones demoniacas u otros signos del descontento divino. Pero ninguno sucedió. Y lentamente, la paz sustituyó a la ansiedad, y la alegría al miedo. Meses después, aún seguía conociendo a María. En realidad, aún sigo haciéndolo".

La gloria de Dios no es un juego de suma cero

El siguiente paso era ir de los sentimientos a las razones, pues no le bastaba sentirse bien rezando el rosario, quería tener la certeza teológica de estar haciendo lo correcto. Y así la encontró: "Os preguntaré esto: si alabo a la esposa de un hombre, ¿le estoy deshonrando a él? Si alabo a sus hijos, ¿le ofendo? No, más bien nos gusta escuchar que se alaba a aquellos a quienes amamos. ¿Por qué no iba a ser lo mismo con Dios Padre y con Cristo? María no distrae de Cristo, es un reflejo de Él: todo lo que ella recibió de Dios y todo lo que ella era, lo devolvió a Él, como canta en el Magnificat (Lc 1, 46-49)".

Además, venerar y honrar a María no desmerece a Dios, porque no se trata de un juego de suma cero: "Dios no compite con nadie. No está en su Creación como uno más, intentando mantener su cuota de gloria. No, Él quiere compartir Su gloria y eso la multiplica, porque la gloria, y la belleza, y la santidad de Dios son infinitas. Y Él se alegra del esplendor de aquellos a quienes ha creado y ama".

"Si tú fueses Dios", se pregunta Laura para concluir, "¿no ensalzarías a tu propia Madre? ¿La mujer que te dio la vida, cuyo ADN compartes? ¿No le darías cada don del que pudieses disponer? ¿Qué no harías por esa mujer? Fue así como comprendí que eso es María. Eso es la madre de Jesús. Eso es la Madre de Dios. Yo la encontré en Knock, cuando ella me dio un conjunto de cuentas del rosario. Ella me enseñó a rezar con ella para que empezase a amar al Hijo de Dios como lo hace ella. Y ahora, yo también soy una de las de esas generaciones que, como canta el Magnificat, la llaman bienaventurada".

Artículo publicado originalmente en Cari Filii.



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